Clásicos Nintendo y clásicos DOS en tu PC de forma sencilla

Hace una semana publiqué una entrada sobre el juego Shufflepuck de 1989 que jugué en Mac y me entró el gusanito de rejugarlo para comprobar si ese jefe en concreto seguía dándome problemas. Pero horror, al intentar cargar el juego de DOS, un mensaje de error me sacaba del programa. Así que decidí encontrar una solución.

Lo primero que hice fue bucear un poco por Google. Encontré su adaptación a Nes para jugar por internet en una página llamada retronintendogames, pero debido al aborrecible control decidí buscar en otra parte, ya que sólo podía usar las teclas de dirección para manejar el stick. ¿Por qué se adaptó este juego a consola? Juro por todo lo divino que resulta completamente imposible de disfrutar de esa forma. Y ojo, hablo de la adaptación del juego, porque la página que comento es un vergel para todo amante de los clásicos juegos de la Nintendo.

Volviendo al tema, al final encontré la solución a mis penurias: un emulador de DOS llamado DOSBox para poder cargar el juego de DOS previamente guardado en el disco duro. Estando mi suerte en manos de un sistema operativo poco acertado como Vista, que no está bien preparado para DOS, este programa puede ser una burbuja de oxígeno para los que añoren tiempos pasados y, en opinión de un servidor, mejores.

Por cierto, la versión de Shufflepuck de Windows es mucho más facilona que su versión Mac. Y bastante más cutre también.

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Jefes agónicos vol1

Shufflepuck Cafe fue un título desarrollado inicialmente para Macintosh. Le siguieron sus versiones de Amiga, Atari, DOS y Nes. El juego consistía en retar a los clientes del local a una partida de air hockey al mejor de 15 puntos. Los puntos se lograban introduciendo la pastilla en el campo contrario con la ayuda de una especie de taco rectangular que el jugador controlaba con el ratón. Para elegir a tu oponente sólo tenías que hacer clic encima de uno de los nueve personajes del bar.

Guardo un grato recuerdo de este café y de su inhabitual clientela… pero también un recuerdo de rabia porque aquí me enfrenté a uno de mis primeros jefes agónicos. En mi diccionario, un jefe agónico es aquel que te plantea una batalla larga, intensa, muy igualada y con el que estás a cara de perro hasta el final de la partida. Sabes que contra un jefe de estas características la opciones de ganar están fifty-fifty y que la victoria final se decidirá en el último punto y al límite de tus capacidades físicas y mentales.

A continuación, expongo un pantallazo del juego tal y como yo lo conocí, con los personajes numerados desde el más fácil (1) al más difícil (8). Entre ellos está ÉL.

Adelanto que el número 0 es un caso especial, ya que este oponente tenía la curiosa estrategia de copiar tus movimientos de forma exacta, por lo que sólo tenías que esperar a cogerle desprevenido y lanzarle un zambombazo de vez en cuando. Así lo hacía yo al menos.

Mi más odiado personaje en este juego era un auténtico cerdo. Y digo bien al llamarlo cerdo, porque eso es lo que era: un puerco.

Como se puede ver, los números 7 y 8 son los que yo considero más difíciles, especialmente el número 8 por ser el más salvaje y agresivo de todos. Pese a ello, no había dolor en mis derrotas frente a ninguno de estos dos monstruos. Simplemente me pegaban unas palizas de espanto que encajaba sin demasiado dolor.

Sin embargo, mi querido jamón militar era una historia distinta. Los partidos solían ser tan igualados que la victoria se decidía en el último punto. Y cuando él ganaba esbozaba una sonrisa burlona y movía una de sus cerdas orejas. Me resultaba insoportable.

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MICOSAS DEL DOBLAJE: el caso francés

Siempre ha habido una cuestión en los doblajes de las películas de Hollywood al español (de España) que me ha parecido bastante curiosa. ¿Por qué los actores de ciertos países extranjeros son doblados con acentos estereotípicos? En mi opinión, el caso más sangrante es el del ciudadano francófono.

Imaginemos que un actor encarna a un ciudadano parisino en una típica película de acción palomitera norteamericana. Este personaje será automáticamente
doblado al español con el típico acento francés. En cambio, los actores yanquis hablan
un español estándar perfecto, como si hubieran nacido y vivido toda su vida en Toledo. Un ejemplo inspirado en una de esas películas:

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Protagonista yanqui: Buenos días, me gustaría hablar con el señor Morisette. ¿Puede usted decirme si se encuentra en su despacho?
Recepcionista francés: lo ziento, el señog Mogiset ce ha aucentado pog unoz minutoz, monsieur. ¿Quieje ustej que le deje algún menzaje?

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Además, para que la cosa quede más clara, en muchas ocasiones se dejan ciertas palabras sin doblar, como pueden ser «mezié», «mon dié», «mejd», «zut»… a modo de coletilla marca de la casa. Fif la Fgranz!

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